- CEMENTERIOS EN EL EXTRANJERO.
En 1997 se cerró el acuerdo con autoridades rusas y alemanas por el que los cuerpos de voluntarios españoles de la División Azul y de la Legión Azul caidos en Rusia y enterrados en distintos cementerios fueran reunidos en el cementerio alemán de Novgorob, Rusia, en la parcela española que se inauguró el 14 de septimebde 1997, cerca de San Petersburgo.
De los voluntarios españoles no regresaron 4.500 de ellos murieron entre 1941 y 1945, sobre todo durante el cerco de la ciudad, que entonces se llamaba Leningrado. Sin embargo, aunque el objetivo del Ministerio de Defensa es dar una sepultura digna y honorable a todos los caídos en Rusia, tendrá que pasar algún tiempo antes de que pueda ser enterrado allí algún español muerto en las filas del Ejército Rojo.Unos 70 veteranos de la División Azul, formada por el general Francisco Franco tras la guerra civil española como una especie de compensación a Alemania por no sumarse a las fuerzas del Eje, asistirán en el camposanto de Novgorod a la inauguración de un monumento en homenaje a los muertos españoles de los dos bandos en los campos de batalla rusos y, fundamentalmente, en la batalla de Leningrado. La delegación oficial española estará presidida por el director de la DIAPER del Mando de Personal del Ejército, el general de división José Colldefors Valcárcel.
Hoy mismo comenzarán a enterrarse en la parcela española los primeros cadáveres procedentes de los cercanos cementerios de Grigorovo (226), Sitno (26), Tschsechullno (40) y Smoche (1). Cuando termine el proceso, que puede durar años, se calcula que se habrán inhumado los restos de unos 3.000 soldados, la inmensa mayoría de ellos de la División Azul.
Hay, algunas razones objetivas que explican este desequilibrio. En primer lugar, la aportación en vidas a cada uno de los dos bandos fue muy desigual en el frente ruso durante la II Guerra Mundial. Sólo 735 españoles, que se se sepa, combatieron en el Ejército Rojo, entre los que hubo 187 muertos y 20 desaparecidos. En los libros con la relación de los nueve millones de soldados soviéticos muertos durante la contienda, que se conservan en el complejo monumental del parque de la Victoria, al final de la avenida moscovita de Kutuzovski, parece que sólo hay identificados siete con sus nombres y apellidos.
Muchos de estos combatientes luchaban como guerrilleros tras las filas enemigas y su pista se perdió tras su muerte. Otros fueron enterrados sin indicación de nacionalidad y como simples ciudadanos soviéticos. En la Embajada española sólo se tiene noticia de la localización e identificación de dos soldados de las fuerzas de la URSS actualmente enterrados, e incluso honrados con un monumento, en el cementerio de Smolensk, a unos 300 kilómetros de Moscú.
Sin embargo, Antonio García Cano, un octogenario que se ocupa en el Centro Español de todo lo relativo a los veteranos, asegura que dispone de datos muy precisos acerca de dónde están enterrados 20 españoles, según la documentación que elaboraron en su día los comisarios de guerra. Se hallan muy esparcidos, señala, algunos incluso fuera de Rusia -en Polonia, la antigua Checoslovaquia y Hungría, por ejemplo- y la mayoría en zonas tan alejadas la una de la otra como el Cáucaso, los alrededores de Moscú y la región de Leningrado.
De hecho, 60 españoles murieron como consecuencia del cerco de esta ciudad, la antigua capital imperial, fundada por Pedro el Grande y cuna de la revolución bolchevique. La mayoría eran guerrilleros o miembros de las milicias populares. A unos 100 kilómetros al suroeste de la ciudad se erigió un monumento en su memoria.
El Centro Español y, de manera muy especial, García Cano están empeñados en que España financie un monumento en el parque de la Victoria para el que el Ayuntamiento de Moscú incluso ha cedido ya un terreno. Según este veterano aviador de la guerra de España, en la que participó en unas 200 misiones y tuvo que saltar una vez en paracaídas, y de la mundial, en la que combatió 1.000 veces a los cazas alemanes en los cielos de Stalingrado y Kurs, el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, le aseguró en 1995 que había ya una asignación presupuestaria de nueve millones para el monumento.
La realidad es que la operación no se concretó durante la Administración, socialista y que tampoco acaba de fructificar con la del Partido Popular. Perdida ya casi toda la esperanza, García Cano confía ahora en que haya financiación rusa para que, finalmente, "se eternice el recuerdo de los españoles que cayeron para defender al mundo de la agresión alemana".
Tal vez consiga también que algún día se entierre en el cementerio de Novgorod los restos de alguno de los seis compatriotas de su grupo de combate que cayeron durante la guerra. Eso sería para él mayor satisfacción probablemente que cuando iba sumando cruces, hasta ocho, para marcar los aviones alemanes derribados.