- Cruz Laureada de San Fernando.
La Cruz Laureada de San Fernando es la máxima recompensa militar de España que tiene por objeto premiar el valor heroico.
Premia hechos o servicios militares, individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la comunidad internacional. La acción realizada es una superación excepcional del deber, implicando importantes sacrificios y riesgos, incluso la pérdida de la propia vida. La acción no debe realizarse con el propósito de salvar la vida propia. El acto heroico deberá tener lugar en momentos críticos y difíciles del combate frente al enemigo; y producirá extraordinarios cambios favorables para las fuerzas propias. También será mérito suficiente quien haya realizado un hecho heroico ejemplarizante para fortalecer y robustecer la moral en los momentos críticos.
La concesión de la Cruz Laureada lleva implícita el ingreso en la Real y Militar Orden de San Fernando, primera Orden española de carácter militar
Cruz Laureada fue creada mediante el decreto núm. LXXXVIII el 31 de agosto de 1811 en las Cortes de Cádiz. Su nombre hace referencia al rey Fernando II de Castilla y León.
Grados de la Laureada de San Fernando
1.- Gran Cruz Laureada de San Fernando.
La Cruz, formada por cuatro espadas en oro, unidas por los pomos de sus empuñaduras. La Cruz está acoplada a una Corona de Laurel, formada por dos ramas de laurel de sinople, frutadas de gules, unidas por sus troncos y liadas en punta por lazo de gules.
Se otorga a los generales o almirantes en jefe de los Ejércitos
2.- Cruz Laureada de San Fernando.
Como la anterior, pero con las espadas de gules guarnecida en oro.
Para el resto del personal, militar o civil.
3.- Laureada Colectiva de San Fernando
Se concede a unidades de las FAS o de la Guardia Civil.
Condecorados de la División Azul.
La II Guerra Mundial fue, para muchos españoles de uno u otro bando, una continuación de la sangría que había asolado España años atrás. Aunque alguno ya llegó a Rusia luciendo la Laureada, como el Coronel Miguel Rodrigo Martínez (ganada en Kudia-Tahar) -2º Jefe de la División entre el 41 y principios del 42-, ocho nuevos militares grabaron su nombre con letras de sangre y oro en el libro de Honor de San Fernando:
- Teniente Jaime Galiana Garmilla, de la Sección de Asalto del Regimiento 269, por sus acciones en la operación de la cabeza de puente del Volchov. Caído en combate. Concesión oficial: 5-XII-1973
- Cabo José Pérez Castro, por su participación en la batalla de Possad en la cabeza de puente. Caído en combate. Concesión oficial: 17-VIII-1944
- Cabo Generoso Ramos Velázquez, por su actuación en la batalla de Possad. Caído en combate. Concesión oficial: 1-XII-1944.
- Alférez José Rubio Moscoso, del II/269. Acción en la "Posición Intermedia". Caaído en combate. Concesión oficial: 22-I-1954.
- Capitán Salvador Masip Bendicho, de la 7/II/269, por la acción de Posselok. Caído en combate. Concesión oficial: 26-IV-1944. Estaba en posesión de la Medalla Militar Individual por hechos de armas en la guerra civil.
- Soldado Antonio Ponte Anido, del Batallón de Zapadores, por su heroísmo en la batalla de Krasny Bor. Caído en combate. Concesión oficial: 17-II-1944.
- Capitán Manuel Ruíz de Huidobro, de la 3/I/262, por su papel en la batalla de Krasny Bor. Caído en combate. Concesión oficial: 16-XI-1945.
- Capitán Teodoro Palacios Cueto, de la 5/II/262. Por su participación en la batalla de Krasny Bor. Pasó once años de cautiverio en Rusia. Concedida el 17-XI-1944. Fue la única de las otorgadas a divisionarios que no lo fue a título póstumo.
* ANTONIO PONTE ANIDO pertenecía a la tercera compañía de Zapadores donde prestaba servicio como enlace a las órdenes directas de su jefe, el capitán Aramuburu Topete.
Durante toda la batalla arriesgó en infinidad de ocasiones su vida para cumplir su misión. El 10 de Febrero de 1943, herido, observó cómo uno de los carros enemigos que penetraba en las líneas causaba estragos en la retaguardia mientras los voluntarios se veían incapaces de frenarlo. El blindado se encaminó hacia el Puesto de Socorro, repleto de heridos, hacia donde apuntó su cañón. Ponte Anido no lo pensó; cerca estaban también las municiones que indudablemente serían el siguiente objetivo. El valiente guripa coge una mina Teller-43 y encamina sus pasos hacia el blindado con -como dice el decreto- "un magnifico rasgo de valor heroico y sublime abnegación". Con la mina pegada al cuerpo, se lanza sobre las cadenas del T-34 volándolo, salvando así la vida de decenas de compañeros.
El 17 de Febrero de 1944, el general Asensio, ministro del Ejército, firmaba la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al soldado de Ingenieros Antonio Ponte Anido en virtud del valor llevado hasta el sacrificio de la propia vida durante la batalla de Krasny Bor, al estar comprendido su caso dentro de los contemplados por el artículo 73 del Reglamento de la Orden.
* El teniente
JAIME GALIANA GARMILLA al frente de su sección de asalto encontró la muerte el 22 de Octubre de 1941 durante los ataques de Sitno. Por sus acciones fue propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando. Esta le fue concedida según el artículo 54 del Reglamento de la Orden al adecuarse a los casos primero y sexto, el 5 de Diciembre de 1973.
Los méritos aducidos fueron: "Encomendado el mando de la Sección de Asalto del Regimiento 269 al teniente de Caballería don Jaime Galiana Garmilla el mismo día en que su División entra en línea el 12 de Octubre de 1.941 efectúa pequeños reconocimientos a vanguardia e intentando diversos golpes de mano. El 18 del citado mes, hacia las dos horas, cruza al frente de su Unidad, embarcada en botes neumáticos, el río Wolchow.
Descubierto por el enemigo, tras tomar las oportunas medidas de seguridad para la tropa a sus órdenes, acuerda llevar a efecto, personalmente, la misión recibida, para lo cual acompañado por el cabo Mariano Díez de las Moras logra infiltrarse en las posiciones enemigas, volando con una carga de explosivos un refugio, causando gran número de bajas al enemigo. Al emprender el regreso bajo el fuego de las armas enemigas, les sale al paso un adversario que al intentar apresarles y no conseguirlo les arroja una granada de mano, cuya explosión causa la muerte de éste y secciona el pie izquierdo al cabo Díez que queda en tierra sin sentido. El teniente Galiana, milagrosamente ileso, carga al cabo, no obstante creerle muerto, y llega hasta el lugar donde se encuentra la sección con la que regresa a nuestra líneas, haciéndose constar que mientras el cabo era fuerte y corpulento el teniente Galiana era de complexión física débil.
Después de una serie de actuaciones en golpes de mano reconocidos, éstos culminan en su actuación en el hecho de armas llevado a cabo el 22 del aludido mes, en que para proseguir el avance ya iniciado se ordena la ocupación de los pueblos de Russa y Sitno.
Iniciada la progresión, unos nidos de ametralladoras enterradas en el saliente de un bosque impiden todo el avance por el número de bajas que ocasionan en nuestra filas, por lo que el teniente Galiana solicita reiteradamente el honor de asaltarlas; concedido, se lanza al frente de su sección, que queda casi aniquilada, contra las posiciones ocupadas por dichas armas de las que se apodera después de una valiente lucha cuerpo a cuerpo y en la que encuentra gloriosa muerte, logrando con su acción la reanudación del avance del Regimiento y con ellos la ocupación de los objetivos señalados”.
Galiana fue propuesto por esta acción para la Laureada de San Fernando.
“Con soldados así se va a todas partes”, escribe Esparza, quien inmediatamente pide recompensas para sus hombres, que Muñoz Grandes haría realidad inmediatamente.
“La 25a División española se ha batido en su primer encuentro con el enemigo, bajo mis órdenes, de una manera admirable”, escribía Von Roques, teniente general alemán, en la Orden del Día del 23 de Octubre de 1.941.
* El cabo
GENEROSO RAMOS VELÁZQUEZ se encontraba el 4 de Diciembre del 1941 guarneciendo una posición avanzada con siete hombres. Contra ellos se lanza prácticamente por sorpresa la marea soviética. Todos sus compañeros han caído. No se pueden enviar refuerzos. Solo en la posición, decide resistir: Acumula cuantas bombas de mano encuentra y con ellas rechaza una y otra vez al enemigo.
Los refuerzos llegan por la noche pero nuevamente sus compañeros caen en los ataques y, de nuevo, únicamente quedan en pie él y un soldado. Nuevos hombres llegan a cubrir las bajas. El cabo Generoso está milagrosamente ileso pero la tensión ha sido enorme, está enfermo. Sus hombres tratan de hacerle descansar en el pequeño refugio pero él se niega.
Los días 6 y 7 sufren nuevos ataques en los que aquel hombre derrocha valor. Anima a sus compañeros y cuando es necesario abandona la posición y se lanza contra el enemigo.
El 7 de Diciembre de 1941 una bomba siega definitivamente su vida.
El 1 de Diciembre de 1944 le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando.
*El cabo
D. JOSÉ PÉREZ CASTRO, nació el día 8 de Noviembre de 1917 en la localidad de La Guardia provincia de Pontevedra, procedía de las Milicias de Vigo, perteneciente a la 78
a Compañía del 11
o Batallón del Regimiento 262 (Pimentel), que mandaba el capitán D. Guillermo Quintana Lacaci.
Este cabo, que por su elevado espíritu y valor extraordinario, puesto de relieve en cuantas operaciones tomó parte había sido designado por su capitán para mandar un grupo de siete hombres que constituían la reserva de aquella Unidad, recibió la orden de ir a reforzar con dicho grupo una de las avanzadillas de la misma, en el sector norte de Possad, que era atacada con gran energía por el enemigo, establecido a sesenta metros de distancia.
El cabo Pérez Castro, al frente de sus hombres, contraatacó, haciendo nueve prisioneros y más de 40 muertos, poniendo en fuga al resto de los enemigos y capturando dos ametralladoras, cuatro lanzallamas, armas automáticas y ligeras, y granadas de mano al propio tiempo que ocupaba la base de partida de aquéllos.
Durante la jornada siguiente deshizo numerosos intentos contrarios efectuados para recuperar la posición perdida, dando ejemplo con su arrojo personal de absoluto desprecio de la vida. Atacada de nuevo en las primeras horas de la noche del día 6 de Diciembre de 1941, el cabo Pérez Castro, después de defenderla hasta la madrugada con el tesón y heroísmo de siempre, sucumbió gloriosamente con toda su pequeña guarnición, a excepción de un soldado que poco antes había sido evacuado por estar herido…
Le fue concedida la Laureada de San Fernando por D.O. de 22 de agosto de 1944, núm. 187. Orden de 14 de Agosto de 1944.
* El 22 de Enero de 1954, es decir, trece años después de que transcurriesen los hechos, le fue concedida al alférez
JOSÉ RUBIO MOSCOSO la Cruz Laureada de San Fernando por su heroica actuación al frente de sus hombres en la defensa, hasta la muerte, de la posición "
La Intermedia". Los méritos citados fueron: “
El 27 de Diciembre de 1941, fuerzas del Ejército soviético con manifiesta superioridad de medios, desencadenaron un fuerte ataque sobre el Centro de Resistencia, guarnecido por el 2º Batallón del Regimiento 269o de la División Española de Voluntarios en el sector de Udarnik. El alférez don José Rubio Moscoso mandaba la denominada "Posición Intermedia", punto clave del despliegue defensivo, cuya conservación se consideraba necesaria a toda costa. La guarnición de la referida posición, constituida por 20 hombres, fue atacada por fuerzas abrumadoramente superiores del enemigo, que ejerció sobre ella su máximo esfuerzo. La "Posición Intermedia" ofreció tenaz y heroica resistencia a los continuados ataques enemigos. Durante la lucha el alférez Rubio Moscoso expresó a su comandante la decisión de mantener fuertemente la posición en la que morirían todos sus defensores antes de retroceder un paso. Continuó la resistencia con extraordinaria dureza, no obstante las bajas que continuamente iban disminuyendo el número de defensores, y minutos antes de morir, cuando ya eran 18 el número de bajas, el alférez Rubio Moscoso expone por radio al general de la División su defensa sin vacilaciones, exaltando el heroísmo de su gente y haciendo constar su decisión de continuar hasta el fin. Poco después, y en cuerpo a cuerpo, muere el alférez Rubio Moscoso, con los últimos y escasos hombres que quedaban con vida a sus órdenes pero en la acción dejó más de 200 muertos al enemigo, que como represalia, clavó en el suelo con los útiles de zapador los cadáveres de los heroicos defensores. El heroísmo del alférez Rubio Moscoso y su elevado espíritu militar, que supo inculcar a sus hombres, llegando todos a morir antes que entregar la posición tuvo influencia decisiva en el éxito final del combate, consiguiendo con su sacrificio dificultar la progresión del ataque enemigo, dando tiempo al Mando de la División para concentrar fuerzas y realizar el contraataque con pleno éxito”.
* El 20 de Abril de 1944 de acuerdo con el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando le era concedida al capitán
SALVADOR MASIP BENDICHO la más preciada condecoración del Ejército español por su actuación el día 22 de Enero de 1.943 al frente de la Séptima Compañía del 2º Batallón del 269 Regimiento de Granaderos en Rusia. Según el expediente instruido por el Juez Instructor del Juicio contradictorio los méritos de este bravo oficial fueron:
De lo actuado aprecié que sobre las veintidós horas del día veintiuno de enero del año en curso, el capitán Masip al mando de la Séptima Compañía del Segundo Batallón del Regimiento de Granaderos número 269, recibe órdenes de relevar a unas fuerzas alemanas que defienden el sector situado al sur del lago Ladoga, efectuándose este relevo con una rapidez extraordinaria.
El terreno asignado a la Compañía carece en absoluto de fortificación, no existiendo trincheras, parapetos, ni abrigos para la tropa, así como tampoco existe línea que delimite el frente. El terreno se presta a las emboscadas, dada la configuración del terreno, cubierto de bosque, que impedía el enlace visual pero que favorecía los golpes de mano. El efectivo de armas y el personal es insuficiente para cubrir el frente asignado, que se halla interrumpido por una infiltración enemiga en el flanco izquierdo de la Compañía, que es el derecho del Batallón, y con el que no existe contacto. El capitán Masip tiene una clara visión de la difícil situación en que queda la Compañía, pero consciente de la misión encomendada, recorre una y otra vez sus unidades, pasando por zonas enemigas y estudiando la situación de cada puesto y el emplazamiento de cada arma automática. La fuerza propia se halla bastante agotada debido a la marcha realizada hasta llegar a las posiciones, habiendo soportado las más bajas temperaturas, no siendo posible ingerir ninguna clase de alimentos, por hallarse estos helados. A pesar de ello se conserva una magnifica moral y bajo la dirección y colaboración del capitán Masip, los divisionarios improvisan con troncos y montones de nieve parapetos y emplazamientos para las armas automáticas.
El Capitán Masip observa el movimiento de fuerzas enemigas y ante la proximidad del ataque, mantiene a sus soldados en alerta constante, animándoles con su ejemplo. Personalmente descubre un ruso, que agazapado entre las dos líneas mantiene comunicación telefónica con su campo; no transcurre mucho tiempo en hacerle prisionero el propio capitán Masip y conducido al búnker de éste es convenientemente interrogado. Próximamente, al amanecer del 22 de Enero hace aparición la aviación enemiga y unas dos horas más tarde la artillería, máquinas de acompañamiento y los temidos lanzacohetes Katiusha (los apodados “Órganos de Stalin”) del enemigo aceleran el ritmo de fuego que acompasadamente han mantenido desde la entrada de las fuerzas propias en el sector y terminan desencadenando una fortísima preparación de artillería.
La cercana explosión de un proyectil hiere en la sien al capitán Masip cuando éste recorre los puestos acompañado por el cabo de enlace, no concediendo el capitán importancia alguna a esta herida (hecho únicamente conocido gracias a la declaración del cabo de enlace).
Concluida la preparación artillera, el enemigo lanza a su infantería (con una superioridad numérica sobre los defensores de 10 contra 1), que canaliza sus ataques sucesivamente en dirección frontal y sobre el flanco izquierdo de la Compañía, consiguiendo gran aproximación a las posiciones; el arrojo y coraje de las fuerzas propias es tal, que a pesar de que el enemigo es infinitamente superior y realiza sus asaltos en sucesivas oleadas, es rechazado en cuantas ocasiones trata de infiltrarse, dejando el campo sembrado de cadáveres. El enemigo nos desfallece y tras unos minutos de tregua, insiste en sus ataques, en nuevas oleadas y gran lujo de armas automáticas, desviando esta vez el ataque de derecha a izquierda al encontrar resistencia; el hábil emplazamiento de las MG.´s propias contiene el ataque enemigo que amenaza incluso atacar del revés. Las escenas de heroísmo se producen constantemente, cae herido el servidor de una ametralladora ligera y el capitán Masip le suple haciendo fuego con dicha arma, recibe un balazo en el ojo izquierdo que le produce gran hemorragia. Ante la insistencia con que sus soldados le aconsejan la evacuación, el capitán Masip se niega rotundamente a ello y -curado ligeramente- prosigue la lucha como uno más, derrochando extraordinario valor.
El capitán Masip atiende constantemente los puestos de mayor peligro; viendo que un servidor de una MG-34 no se ha percibido de la proximidad de un grupo asaltante; le arrebata el fusil y, haciendo fuego, desbarata el avance, recibiendo un nuevo balazo en la pierna herida, pero se niega rotundamente a ser evacuado. Sobrepuesto al dolor que sus heridas le producen, continúa alentando a sus hombres, que enardecidos y admirados por su heroico comportamiento defienden tenazmente las posiciones. Sin previo aviso las dos máquinas alemanas se retiran y Masip trata de sustituirlas con un fusil ametrallador.
La potencia del fuego propio ha disminuido; el enemigo ha sufrido enormes pérdidas, pero machacada la segunda sección por la última preparación artillera, abre brecha por dicho punto y por su superioridad numérica aniquila a esta unidad en la que muere heroicamente el alférez que la manda ya la casi totalidad de los hombres. El capitán Masip sabe aprovechar una breve tregua y bajo su dirección se construye un parapeto que constituye una defensa en círculo ante el ataque inminente. Otra preparación enemiga reduce el número de defensores que resisten un nuevo ataque, quedando los soviéticos pegados al terreno a apenas 20 metros. El capitán Masip en un esfuerzo sobrehumano se aproxima al teniente Martín Castro para hacerse más fuerte en la defensa, ordenando construir un parapeto circular como última resistencia. Unos diez rusos inician el asalto y el capitán, en un último alarde de valor y serenidad, se incorpora para lanzar la última granada que queda, ordenando sean caladas las bayonetas, pero una bala enemiga arrebata la vida a este valeroso capitán, que en un holocausto de su honor militar ha preferido la muerte que el retroceso de un solo paso, no evacuándose a pesar de varias heridas y manteniendo con férrea voluntad el terreno asignado. No obstante la enorme superioridad del enemigo, su moral no se quebrantó en ningún momento.
-El capitán
MANUEL RUÍZ DE HUIDOBRO obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando el día 10 de Febrero de 1943 al frente de su tercera compañía del 262 Regimiento de la División Azul. Esta le fue concedida al estar comprendida su acción en el caso segundo del artículo 49 del Reglamento de la orden. Según el expediente contradictorio sus méritos fueron:
El capitán don Manuel Ruíz de Huidobro Alzurena cubría, con su Compañía, constituida por 120 hombres, un frente de unos dos kilómetros, cuando uno de sus oficiales le informó que en un bosque inmediato a la posición se habían oído ciertos ruidos al parecer por movimientos de carros de combate, informe cuya veracidad corroboró el propio capitán. Iniciada por el enemigo, al poco tiempo, intensa preparación artillera que fue seguida del avance de fuertes contingentes de infantería, se traslada el observatorio de su Compañía, situando en el mismo -como reserva móvil- 10 hombres de antitanques. Huidobro recorre la posición alentando a sus soldados y les recomienda que permanezcan tendidos en el fondo de la trinchera mientras continúa el fuego artillero del contrario, en espera de sus órdenes. Se dirige después al observatorio de antitanques y, al comprobar la presencia de fuertes contingentes enemigos en el citado bosque, establece allí su puesto de mando, instalando el equipo de radio.
En estos comienzos del ataque comunica al jefe del Batallón que no había novedad en la posición a su cargo. Más tarde, comunicó por radio el siguiente parte: "El enemigo ataca en grandes masas. Barrera de artillería delante de la posición y sobre el bosque". Este primer ataque fue rechazado brillantemente, con nutrido fuego de fusilería y armas automáticas.
Un nuevo ataque, ejecutado con mayor intensidad, es rechazado de igual modo; pero en el tercer asalto, apoyado por lanzallamas, el enemigo consiguió rebasar la linde del bosque, sin que por ello decayese ni por un momento el elevado espíritu del capitán Ruíz de Huidobro, quien transmite al jefe del Batallón otro mensaje. Sale luego del observatorio y, con extraordinaria serenidad, recorre sus puestos, anima a la tropa con su ejemplo, arengándola enérgicamente, y reúne en torno suyo algunos soldados de una Compañía continua que había sido arrollada en parte por el fuerte ataque adversario, el cual avanzaba ya por el flanco derecho de la posición a cargo del capitán Ruíz de Huidobro. Este, ante el desconcierto y la amenaza que suponía el haber quedado descubierto uno de sus flancos, redobla su esfuerzo para organizar defensivamente el nuevo frente y, siendo, como siempre, el primero en el ejemplo, se sube encima de la trinchera, no obstante el intensísimo fuego enemigo, para desde allí ordenar el despliegue necesario.
Los soldados, comprendiendo lo indispensable que en aquellos momentos le era su capitán, le instaban a que bajase de la trinchera, pero él continuaba en el sitio elegido para dirigir tan tenaz defensa, electrizando a su gente con frases de aliento y patriotismo "¡Que somos españoles! ¡Esto no es nada...No han de pasar!" Los soldados le instan para que abandone lo alto de la trinchera e incluso el alférez Duque, de antitanques, se sube al parapeto para ello, logrando que el capitán baje al fin, tras mutuo forcejeo y empujones. Inmediatamente se cubre el flanco y establecen los dos frentes cubriendo la rotura de la línea, mandando que ocupara el teniente Borque unas ruinas situadas frente al búnker de mando. No dejó un sólo momento de alentar a la gente, recorriendo las posiciones y recomendando el ahorro de municiones, para lo cual llegó a prohibir se disparase más que sobre blanco seguro. En estas condiciones rechazó dos veces al enemigo y en un tercer ataque, al Oeste de la posición, por el bosquecillo que lo limitaba, éste sintió cinco hombres armados de lanzallamas junto a un tanque destruido. El capitán Huidobro cursó su último parte oficial: "El enemigo continúa atacando en grandes masas; barrera de artillería delante de la posición. Moral elevada. Sin novedad"… Al poco, la lucha ya era cuerpo a cuerpo. Durante estos combates, el capitán De Huidobro caía herido mortalmente por un disparo en el cuello, empleando sus últimas palabras en alentar a la gente y exhortándoles a que se mantuviesen fuertes defendiendo la posición.
*Al para siempre “Capitán TEODORO PALACIOS CUETO” le fue concedida la Laureada de San Fernando por su comportamiento durante la batalla de Krasny Bor. En realidad la Laureada premiaba su heroico comportamiento como prisionero durante once años en la URSS. Sus méritos se acogían a los artículos primero y segundo, al 50 del caso tercero, al 51 del caso 4º y 12 al 54 del caso 1º y 5º. Los citados méritos recogidos fueron:
Informado de la inminencia del ataque, el capitán Palacios adoptó cuantas disposiciones eran precisas para defender con la mayor eficacia su posición ordenó el municionamiento, tuvo en cuenta los más mínimos detalles sobre la situación de las armas, distribución del rancho frío y descanso del personal, exhortó muy especialmente a todos a que cumplieran con su deber y concretó que la orden era resistir hasta morir.
A las siete de la mañana del día 10 comenzó la preparación artillera, con una intensidad y violencia extraordinarias, que duró dos horas, en la que tomaron parte 187 baterías enemigas y dejó destruida toda clase de defensas. Durante esta preparación el capitán Palacios ordenó la protección de sus armas automáticas para evitar su destrucción, cosa que fue conseguida gracias a sus disposiciones.
Después del primer período intensivo de la preparación, iniciaron el primer ataque los carros de combate y la infantería rusa que fueron rechazados. Sucesivamente se fueron produciendo nuevos ataques que en oleadas fue lanzando el enemigo, con abrumadora superioridad de medios y hombres. A pesar de la denodada resistencia de las fuerzas españolas, a las diez treinta horas habían sido aniquilados el primer batallón que ocupaba el flanco derecho de la 5ª Compañía. Del Batallón 250 sólo se conservó una posición a cuatro kilómetros de la que ocupaba el capitán Palacios que con los supervivientes de su Compañía quedó totalmente cercado por el enemigo. En estas condiciones continuó resistiendo los incesantes ataques del enemigo, al que causó numerosísimas bajas y le impidió usar la carretera que desde Kolpino penetraba en la retaguardia hacia Krasny Bor, cuya utilización por el enemigo hubiera puesto en grave riesgo el frente propio. Los rusos atacaban una y otra vez, apoyados por carros de combate, artillería y aviación. Esta última fue utilizada ante la resistencia que oponía el capitán Palacios, que les impedía ocupar la carretera de Kolpino, punto clave del ataque enemigo. La intensidad del ataque hizo que quedasen destruidas todas las armas automáticas. Fueron aniquiladas totalmente la 1ª y 2ª secciones. En la posición del capitán quedaron 10 hombres pertenecientes a la Plana y 30 de la tercera sección, más cuatro recuperados de otras secciones. De éstos, 30 fueron bajas por heridas o muerte al principio del combate, y aun de los 14 que quedaron al final solo tres no padecieron heridas, siendo los demás heridos menos graves o contusos. En total, hay que calcular en el 90 % de bajas sufridas.
Durante el combate, el capitán Palacios utilizó todos los recursos de su ingenio y conocimientos para mantener la moral de sus tropas, siempre estuvo en los sitios de mayor peligro y demostró poseer un valor heroico y extraordinarias dotes de mando, que hicieron posible tan prolongada resistencia. A las dieciséis treinta horas, agotadas las municiones hasta el último cartucho, tras haber causado un elevadísimo número de bajas al enemigo y después de nueve horas de combate, fue hecho prisionero con un pequeño grupo de supervivientes, en cuya situación permaneció durante once años hasta su regreso a la Patria, dando en todo momento ejemplo de las más altas virtudes castrenses.
Fue la única Laureada no concedida a título póstumo.