- Madrinas de guerra

A imitación de lo que sucedió durante la primera guerra mundial, durante la guerra civil española, numerosas jóvenes españolas se ofrecieron para mantener correspondencia con desconocidos en el frente, convirtiéndose en lo que durante la Guerra Civil se denominó "madrinas de guerra", un apoyo para el soldado en la contienda, a parte de la correspondencia con familiares y novias de ser el caso.

De esta manera, chicas como las hermanas Adela y Miguela Mulet, se convirtieron en el consuelo de unos jóvenes que convivían con la soledad y el miedo de poder morir en cualquier momento. Aparte de mandar cartas, también intercambiaban presentes tabaco, jerséis, mantas, comida, periódicos, etc.

Para facilitar la labor de las "madrinas de guerra" la correspondencia con los soldados era gratuita y algunos periódicos publicaban las peticiones de los militares y los ofrecimientos de las chicas para mantener esta relación epistolar. como por ejemplo el Diario ABC de 1938.

Para el contingente español en Rusia se impulsó este fenómeno por parte de la Sección Femenina, en la que jóvenes falangistas mantenían correspondencia con sus "ahijados". Aparte de cartas tambien se intercambiaban presentes, y se convirtió en una terapia que incentivaba a los combatientes a sobrellevar la dureza del frente al tiempo que elevaba su moral, En la prensa de la época se puede encontrar anuncios con peticiones para mantener correspondencia y especialmente se prodigaron en la Hoja de Campaña divisionaria.

 

En dichas cartas se podía hablar de todo y dar rienda suelta a la imaginación, dentro de lo permisiva que podía ser la moral de aquella época, no obstante no siempre el fondo de las mismas era la cuestión amorosa, aunque la ilusión del guripa era conocer personalmente a su o sus madrinas y poder llegar a conocerse "un poco más".

 

Las madrinas mandaban a sus ahijados paquetes con comida y sobretodo ropa de abrigo, guantes, bufandas, pasamontañas tan necesarios e imprescindibles para hacer frente al riguroso clima ruso. Entre estos regalos también se podían encontrar escapularios, libros de oraciones, postales... A cambio las madrinas recibían alguna obra de artesanía en la que los soldados invertían sus horas muertas, objetos artesanales hechos a mano como crucifijos, rosarios, realizados con materiales como madera etc., pero sobretodo fotografías de estudio.

 

Con cierta fecuencia hubo soldados que portaron modelos de enseñas denominados "Escudos de Madrina" que eran enviados desde España, en su mayoría de los casos por las madrinas de guerra, a los voluntarios con los que se carteaban. Su confección era puramente artesanal, habiéndolos de distintas facturas y nunca dos iguales. Estos estaban inspirados en los escudos oficiales confeccionados por los alemanes y que les habían sido entregados junto al resto de la uniformidad, pero normalmente se les añadía algo más al bordado para darle un toque más personal, como solía ser una Cruz de Hierro con el Yugo y Flechas falangista. Los soldados los lucían orgullosos sobre el uniforme, sustituyendo a los que oficialmente deberían de llevar, en estos casos los alemanes hacían la vista gorda como en otras cosas, y aceptaban como una práctica normal esta irregularidad en los uniformes que portaban los españoles.