- Espionaje de la embajada española en Londres.
Durante la segunda guerra mundial la embajada de España en Londres tuvo un papel destacado en cuanto a recabar y trasmitir informaciones a España que serían aprovechada por Alemania. Por aquel entonces la delegación española era dirigida por el Duque de Alba Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (padre de la popular ya fallecida, Cayetana de Alba). El 21 de noviembre de 1937, el general Francisco Franco le nombró representante del bando sublevado franquista en Londres, y el 8 de marzo de 1939, fue designado como embajador tras la renuncia obligada por el régimen del embajador de la República, Pablo de Azcárate.
Durante la segunda guerra mundial los agregados de prensa Ángel Alcázar de Velasco y José Brugada, así como los corresponsales del diario ‘Ya’ y ‘La Vanguardia’, se aprovecharon de su estatus profesional para desempeñar algunas tareas de espionaje a favor de la Alemania nazi. Lo hacían al amparo que les proporcionó la Embajada de España, que remitió una serie de informes a Madrid por petición del ministro de Asuntos Exteriores español, Juan Luis Beigbeder.
En estos informes se daba cuenta de los efectos de los ataques aéreos contra la población civil de Londres a finales de agosto de 1940 y de la lucha protagonizada por la resistencia inglesa. Lo que desconocía el Duque de Alba es que estos eran transmitidos después a la Embajada alemana en España, la cual había solicitado de forma expresa conocer el efecto devastador de estos bombardeos, pues el Alto Mando de la Luftwaffe no lo podía evaluar con rapidez. Por eso, cuando este leyó una alusión suya con un ministro británico en un periódico italiano, en noviembre de 1940, protestó ante el nuevo ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, por su indiscreción y por amenazar su posición.
Una anécdota interesante por aquel entonces, fue la vivida por Luis Calvo Andaluz, corresponsal del diario “ABC” por aquel entonces. Había ingresado a esta redacción del periódico en 1926. Durante la Segunda República, Ramón Pérez de Ayala le llevó a Londres y, al estallar la Guerra Civil española, regresó a Madrid y se puso al frente de la corresponsalía del diario británico ‘The Observer’. Finalizado el conflicto español, regresó de nuevo al Reino Unido para cubrir la guerra para “ABC” y para “La Nación” de Argentina, donde defendió unas ideas demasiado afines al bando aliado y contrarias a las potencias del Eje.
En 1942 le llegó un encargo de Serrano Súñer de que debía volver a Madrid y le preparó una entrevista con dos alemanes en un piso de la calle de Caracas. Le conminaron a trabajar para ellos y le facilitaron unos polvos blancos para fabricar una tinta invisible con la que debía mandar cierta clase de información. Sin embargo, esa misma noche tiro los polvos en un retrete del hotel Ritz, donde se hospedaba. Al regresar a Inglaterra en febrero de 1942, le detuvo el servicio de contraespionaje inglés que estaba al corriente de todo. Le registraron y no encontraron pruebas incriminatorias de colaboracionismo con los enemigos de Gran Bretaña. Le llevaron a un cuartel de Chelsea y allí en el borde de la hoja de un periódico que tuvo a mano mandó una nota a Viturro, primer secretario de nuestra embajada, donde le decía que los ingleses desconfiaban de todo el personal, hasta del mismo duque de Alba. Al interceptar dicha nota le llevaron a un campo de concentración en West Ham.
Fue acusado de trabajar como espía para Alemania. A continuación, fue internado por esta causa en el campo de prisioneros. La denuncia más grave contra él afirmaba que, tras una visita a Coventry para comprobar el bombardeo sufrido por la ciudad, Calvo redactó un extenso reportaje que después de pasar por Madrid fue utilizado por el Ministerio de Propaganda nazi. El informe policial sobre el corresponsal de “ABC” llegó al director de la Sección Ibérica del MI5, Dick Brooman-White, que ordenó al MI6 que averiguara todo lo que se pudiera sobre el periodista español.
Las autoridades españolas presionaron para que fuera liberado, y los británicos dieron dos opciones: la instrucción de un proceso en el que podría salir libre o ser condenado a muerte; o ser encarcelado con la condición de «presunto» mientras durase el conflicto. El propio corresponsal eligió la segunda opción y fue prisionero de los ingleses hasta que terminó la guerra. Fue excarcelado y repatriado el 22 de agosto de 1945.