- La Dama de Elche y otras obras.

La escultura denominada la Dama de Elche, junto con otras obras y documentos fueron recuperados por España desde Francia durante la segunda guerra mundial. Su historia tan azarosa así como mi vinculación a la magnífica ciudad de Elche, merece que la dedique un espacio en mi portal.    

La Dama de Elche es una escultura íbera realizada en piedra caliza entre los siglos V y IV a. C. Se trata de un busto que representa una dama, ricamente ataviada, cuyo rostro muestra unas facciones perfectas. En la parte posterior posee una oquedad que sugiere su posible uso como urna funeraria. Originalmente estuvo policromada y con los ojos rellenos de pasta vítrea. Constituye una pieza excepcional tanto en su forma como en sus condiciones de conservación.

Fue descubierta por el mozo Manuel Campello Escáplez el 4 de agosto de 1897 durante unas obras en la finca La Alcudia, a tres kilómetros de Elche, propiedad del doctor Campello. Días después se celebró en Elche la celebración del Misterio -un drama sacro-lírico religioso que recrea la Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen María-, en la Virgen de Agosto (días 14 y 15) al cual acudió el arqueólogo Pierre Paris, que al conocer la obra descubierta la compró por 4.000 francos de la época y fue llevada al Museo del Louvre.

Durante los años 1928 y 1929 (El Imparcial del 28 y del 30 de noviembre y del 2 y del 4 de diciembre de 1928 así como en El Sol de 1 de diciembre del mismo año) la prensa madrileña recogía en varias ocasiones la propuesta de “recuperar” la Dama de Elche de modo que fuese ubicada en la La Casa de Velázquez de Madrid  -una institución cultural francesa en el extranjero dedicada al estudio del hispanismo- que esta situada en la Ciudad Universitaria. Pero los responsables de los que dependía aquella decisión, por medio de la administración francesa de Bellas Artes, rechazaron tal posibilidad.

En 1935 se iniciaron conversaciones entre el Embajador español en Francia, Juan de Cárdenas, y el ministro de Educación Nacional francés, M. André Mallarmé, relativas a un posible intercambio de obras de arte entre ambos países. Pero aquella iniciativa se vio interrumpida por la Guerra Civil española.

Tras la guerra civil española se retomaron las relaciones franco-españolas. El 25 de febrero de 1939 el enviado francés, Léon Bérard, firmaba tres acuerdos reconociendo el nuevo régimen español y planteando el problema de los daños sufridos por los franceses en España, problema que no fue atendido por su interlocutor, Gómez Jordana.

El día 24 de marzo de 1939, en Burgos, el mariscal Pétain, como embajador francés ante el gobierno de Franco, presentaba sus cartas credenciales. Se consideraba que este mariscal, ante la frialdad de las relaciones oficiales, podría ser muy útil a Francia puesto que años atrás había colaborado con los españoles en Marruecos. Poco después el ministro de Educación Nacional, Pedro Sáinz Rodríguez, le prometía facilidades para la continuidad de las actividades científicas y artísticas en España a cambio del regreso de la Dama a España, aunque permaneciese en el solar francés de la Casa de Velázquez, sin resultados.

En la segunda guerra mundial, Francia fue derrotada por Alemania y ocupada en junio de 1940. El mariscal Petáin fue nombrado por la Asamblea francesa jefe del Estado. Uno de sus objetivos del mariscal fue impedir que España se aliase con Alemania e Italia. Uno de esos medios fue la entrega de numerosas obras de arte que habían salido de España de manera ilegal o mediante compra. Tambien hubo otro motivo y fue que en la ocupacion de Francia por  Alemania se producia expolios sistemáticos del patrimonio de obras de arte por aquellos, y como probablemente tarde o temprano pudiera suceder con los bienes reclamados por España la negociación habriría posibilidades de obtener algún rédito para Francia. Por otro lado tambien Francia estaba obligada a hacer concesiones a España como medio de obtener autorización del Gobierno español para reedificar y volver a ocupar la Casa de Velázquez destruida durante la Guerra Civil.

La Dama de Elche permaneció en el Louvre hasta el estallido de la guerra, en 1939, que fue trasladada a un lugar más seguro. Éste fue el castillo de Montauban, en el sureste de Francia.

El 3 de julio de 1940 se dirigió un oficio sin signar a Juan de Contreras y López de Ayala, marqués de Lozoya, director General de Bellas Artes, en el que se designaba a Francisco Iñiguez Almech, comisario general del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, y a los agentes del mismo Servicio Joaquín María de Navascués, Luis Pérez Bueno y Marcelino Macarrón, para realizar una investigación en los depósitos de objetos artísticos existentes en Francia (Archivo General de la Administración: Cultura, caja 1.104). Los informes emitidos fueron bien acogidos por el Embajador español, José Félix de Lequerica, quien el 24 de septiembre dirigió un escrito a Don Ramón Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Exteriores, en el que ya se lee Asunto: Recuperación de objetos artísticos y propuesta de canje (Archivo General de la Administración. Cultura, caja 1.104). Pero los sucesos se agolpaban y parecía inexplicable el motivo por el que el gobierno francés preparaba febrilmente desde el mes de noviembre el regreso de las piezas españolas a Madrid y el hecho de que el mariscal Pétain, en aquellos momentos ya como jefe del Gobierno francés instalado en Vichy, se ocupara personalmente de ello. Se hacía evidente que el logro del trueque de obras de arte citado encerraba algo más: estaba en juego la Casa de Velázquez.

François Petri, desde la Embajada en Madrid y como respuesta a una consulta realizada a petición del jefe del Estado francés, escribía: “Conviene que Francia redoble su esfuerzo y actividad, que no deje prescribir ninguna de las instituciones que ha fundado en el extranjero. La reedificación de la Casa de Velázquez, que interesa al conjunto de la restauración de la Ciudad Universitaria, es el tipo de operación que las autoridades admitirían como motivo para una retirada lícita de pesetas bloqueadas por el Instituto de Control de Cambios. Si no se hace, los españoles pueden expropiar el terreno.

Por lo tanto dos necesidades condicionaron la actitud francesa para sus concesiones:

  1. el reconocimiento, y agradecimiento, a una España que se mantenía neutral en la guerra;
  2. la solicitud pendiente de autorización del Gobierno español para la restauración de la Casa de Velázquez.

El 30 de octubre de 1940 el ministro de Educación Nacional presentó un proyecto al Consejo de Ministros para el trueque de obras de arte entre España y Francia. Luis Monreal, que había sido comisario de la IV Zona de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (Cataluña, Valencia y Baleares), explicaba así este intercambio: “Pétain estaba en una situación muy difícil, aguantándose en Francia bajo la presión alemana y buscaba apoyos. Pensó en España, en su amigo y colega el general Franco, al que conocía de las campañas de África cuando España y Francia colaboraron en Marruecos; además, había sido el primer embajador francés en Burgos. Así que Pétain le ofreció devolver una cierta cantidad de obras de arte que habían llegado de España, unas de forma regular y otras, irregular. La idea fue francesa pero Franco no aceptó esta fórmula. Se vio inmediatamente que una donación de tipo político, en plena guerra, sería impugnada al concluir la contienda si vencía el bando contrario. Entonces se prefirió por parte de España transformar la operación en un simple canje entre museos, el Prado y el Louvre”.

El texto de intercambio convenido fue firmado en París el 21 de diciembre por el señor Iñiguez como representante del Gobierno Español y por Hautecoeur del Gobierno Francés (Archivo General de la Administración. Sección AE, caja 11.325, exp. 2695). El Acta del Patronato del Museo del Prado de 9 de diciembre de 1940 recogió la decisión del Gobierno Español de aceptar el intercambio con Francia y la proposición de que la Dama de Elche se conservara en ese Museo puesto que de sus fondos saldría alguna de las obras dedicadas a dicho intercambio. En aquellas fechas se produjeron dos tendencias en la información sobre dos opciones con relación a dónde depositar la Dama una vez en España, tendencias que se leían en la prensa del momento: una defendía que debía ser custodiada en Elche; otra, que tenía que permanecer en Madrid.

Dos opiniones y dos respectivos defensores de ellas: Ernesto Jiménez Caballero y Ramón Ledesma Miranda. Giménez, defensor de su estancia y exposición en Elche, tendencia que ya había defendido en la Gaceta de Alicante en agosto de 1940, publicó también en la misma Gaceta de Alicante del 5 de enero de 1941 un artículo que, remodelado, publicaría luego en Pueblo y reproduciría después, el 11 de enero, en Arriba, que titulaba así: “La Dama de Elche ¡a su paisaje ibérico!”. La opinión de Jiménez  tuvo una larga serie de seguidores y continuadores que, periódicamente, a lo largo de los años mantuvieron la añorada reivindicación ilicitata. El jueves 9 de enero de 1941 el diario Pueblo (Madrid) dio la noticia titulada “La Dama de Elche será entregada a España este mes” y subtitulada “Con otros numerosos objetos de arte ibérico”.

En su texto se lee: “Gerona, 8. Antes de finalizar enero será devuelta a España La Dama de Elche. Con la célebre escultura vendrán numerosos objetos de arte ibérico que, gracias a las gestiones del Caudillo, recupera España. Todos ellos pesan nueve toneladas y se hallan ya embalados en Montauban. Entrarán en España por la frontera de Port-Bou, e inmediatamente, en tren especial, serán trasladados a Madrid, donde el Embajador de Francia hará entrega de los mismos, junto con la Inmaculada de Murillo”.

Ledesma, defensor de la tendencia referida a que la Dama se expusiese en Madrid y no en Elche, publicó, el día 10 de enero, un artículo en Arriba titulado “Lo de hoy. Retorno de La Dama de Elche”, en el que aludía a la conveniencia de que fuera depositada en el Museo Arqueológico Nacional.

El día 8 de febrero de 1941 llegaron las piezas procedentes de Montauban a la frontera de Portbou, donde se procedió a trasladar el cargamento del tren francés a uno español, a las tres de la tarde de aquél 8 de febrero. La Dama de Elche, en un vagón especial precintado, venía acompañada por M. Huigue y en nombre del Gobierno español salieron a recibirla el capitán Ángel Oliveras, delegado del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, y por Luis Monreal, delegado de su IV Zona. El vagón fue escoltado por la Policía Armada hasta Barcelona, a cuya estación llegó a las 22,15 horas (Diario de Barcelona de 8 y 9 de febrero de 1941; Madrid de 8 de febrero; La Vanguardia Española de 8 de febrero; Las Provincias de 9 de febrero; y ABC de 9 de febrero, entre otros).

El día 9 de febrero a las 9.50 horas llegó a Madrid, a la estación de Atocha, el tren correo que la transportaba. Allí la esperaban el director general de Bellas Artes, Marqués de Lozoya, el director del Instituto Francés, M. Guinard, y varios agentes del Servicio de Recuperación y, desde aquella estación de ferrocarril fue trasladada directamente al Museo del Prado (Pueblo de 10 de febrero; La Vanguardia Española de 11 de febrero; y otros, diarios que en sus titulares no aludían al conjunto de piezas arqueológicas que regresaban a España, entre ellas las obras escultóricas también ibéricas de Osuna, del Salobral, de Agost, del Cerro de los Santos, del Cerro de la Consolación, el cuadro de la Inmaculada Concepción pintado por Murillo en el siglo XVII y que robó en Sevilla el mariscal Soult y numerosos documentos saqueados del archivo de Simancas por orden de Napoleón, que habían permanecido en Francia violando los compromisos de devolución adquiridos en los tratados de paz en 1814 y 1815. 

Aquél mismo día tuvo lugar en Montpellier una reunión de Pétain con Franco, reunión amparada por la muestra de amistad que suponía la devolución realizada por Francia, aunque para los franceses “la inquietud y la amargura se apoderó de todos los que habían participado en la negociación”... y sobre todo... “tras la afrenta sufrida por haberse devuelto el busto de Elche bajo coacción”.

En 1971 del Museo del Prado fue llevada al Arqueológico Nacional, donde se puede contemplar a día de hoy. Sólo ha salido la escultura de Madrid en  dos ocasiones y ha sido para ser expuesta en Elche.

En la posguerra, pese a los intentos de los conservadores de los museos franceses para que el nuevo Gobierno denunciase el convenio de canje, pero éste se negó a hacerlo.