- Retorno de los niños de la guerra.

El 28 de septiembre de 1956 llegaban al puerto de Valencia la primera expedición de 513 españoles repatriados (366 adultos y 147 niños) que se encontraban en laUnion Soviética y que se acogieron al programa de repatriación patrocinado por la Cruz Roja. Era la primera de las cuatro expediciones que se habían concertado entre los dos países. Miles de parientes llegados desde todos los puntos de España esperaron a sus familiares. Se trataba de españoles que marcharon desde la zona republicana veinte años atrás, cuando eran todavía niños, y que ahora regresaban a su país. Venían en su mayoría casados y con hijos de la edad que ellos tenían entonces.

Llegaban en el crucero “Crimea” desde Odessa con las banderas soviética y española para subrayar el carácter de operación conjunta. Motonave de dos hélices, con 5.000 toneladas de registro neto, botado en 1928 en el puerto alemán de Kiel.

Algunos periodistas fueron autorizados a subir al barco. Pudieron observar que en el camarote del capitán, además de unos descomunales emblemas de la hoz y el martillo, estaba presidido por los retratos de Lenin y Stalin. Entre los llegados se contaban 21 mujeres rusas casadas con españoles de los que llegaban. En esta primera expedición había pocos personajes conocidos, con la excepción de la madre y la mujer del ministro republicano Jesus Hernández. La prensa española se encargó de notar que “los trajes que todos ellos visten son de telas baratas y patrones anticuados”. Un tal Cecilio Aguirre Iturbe fue el primero en bajar del barco.

Los repatriados fueron recibidos con enorme cautela porque se sospechaba que los servicios secretos rusos aprovecharían la operación para infiltrar a unos cuantos espías y comunistas que impulsaran el crecimiento del Partido en España. Una comunicación del gobernador civil de Valencia el 27 de diciembre al ministro de Trabajo, José Antonio Girón, se hacía cargo de estas preocupaciones ya que las autoridades españolas habían convenido en que “gravite sobre el Movimiento la responsabilidad de tutelar y orientar la reincorporación en la sociedad  de los españoles repatriados de la URSS”. Había una preocupación por su incorporación al trabajo, acceso a la vivienda, etc. Pero estaba otro problema, “lo que pudiéramos encuadrar dentro del epígrafe general de información política: vigilancia de los peligrosos; observación de las reacciones ante el ambiente y la familia; e incluso utilización a nuestros propósitos de aquellos elementos que por patriotismo o por resentimiento frente a la URSS puedan ser aprovechables como vehículos para nuestras consignas’. Salas proponía encauzar esa tarea a través de la Organización Sindical. Para el aspecto político, proponía reactivar la “Obra de lucha contra el paro” de la OSE, entonces inactiva, ‘para establecer esta nueva actividad, políticamente tan delicada’. Para dirigirla sugiere dos nombres; merece la pena recoger los méritos que les adornaban.

“1. Salvador Vallina. Mutilado. Vieja Guardia. Periodista. Ha acompañado al "Crimea" desde Odessa en todas las expediciones. Conoce el problema e incluso a las personas repatriadas y por tanto le sería fácil recuperar el control o enlace con los llegados. Estos acudirían con confianza a él. Además por haber estado en México de donde fue expulsado a petición de Indalecio Prieto, conoce bien toda la trama interna de las disensiones entre los diversos grupos de exiliados. Incluso por haber conocido allí a elementos tan significados como Enrique Castro tiene buena información sobre muchos de los que vienen y puede operar sobre ellos con resortes que otros no tendrían. Su historial político brillantísimo y su mutilación, son garantía de que su nombre no podría ser discutido por nuestros propios camaradas, ya que objetivamente reúne méritos suficientes para el desempeño de cargos demando.

2. Luis de la Serna. Médico. Como representante de la Cruz Roja Española ha estado en todas las expediciones de repatriación. Es inteligente y agudo. Puede ser una magnífica solución también. Conoce bien el alemán lo cual es una ventaja pero en cambio carece de la información política que tiene Vallina”.

La realidad mostraría que los recelos del gobierno franquista eran infundados, y que los recién llegados estaban más preocupados por encontrar trabajo y reunirse con su familia que en espiar. Todo el programa fue manipulado para mostrar las malas condiciones de vida en el paraíso socialista. En las semanas siguientes varios de los llegados, los más impresionables o sinceramente convertidos al credo franquista, aparecieron en prensa, entrevistas de radio y homenajes populares.