-WOLFRAMIO.
La ayuda alemana a los sublevados durante la guerra civil se iba saldar mediante el acuerdo por el cual España tenía que entregar como pago materias primas, alimentos y cereales, quedando constituidas dos sociedades encargadas de canalizar los intercambios mercantiles establecidos; HISPANO – MARROQUI DE TRANSPORTES S.L. (HISMA), y la ROHSTOFFE UND WAREM EINIKAUFSGE SELLSCHAFT GMBH (ROWAK).
La deuda contraida se estimó en 212 millones de dólares del año 1940. Por esta razón, importantes cantidades de alimentos como aceite de oliva o naranjas se enviaron a Alemania, y materias primas de interes bélico como el wolframio o la magnesita.
El Wolframio, también llamado tungsteno, es un metal bastante raro que se encuentra en forma de óxido y de sales en ciertos minerales. Es muy denso y extremadamente duro, además de tener el punto de ebullición más elevado (5.555 grados) por lo que es utilizado en maquinarias de precisión, electrodos de soldaduras, filamentos de lámparas incandescentes, en las estructuras eléctricas de los automóviles, etc. Además sus usos bélicos son sumamente importantes, y los nazis estaban al tanto de las maravillas del wolframio en el terreno militar, como para construir la punta de sus proyectiles anti-tanque y en la coraza de los blindados, gracias a su extrema resistencia.
Hasta el año 1939 Alemania se abastecia de este mineral en la India, China y Birmania, pero el bloqueo naval británico obligó a los nazis a buscar los yacimientos de España (Galicia y Cáceres) y Portugal (en Arouca y Panasqueira donde alemanes en "Rio de Frades" e ingleses en "Regoufe" trabajaron de forma pacífica en la extracción en plena Segunda Guerra Mundial, para después venderlo a los aliados y a los nazis.
El gobierno franquista autoriza a los alemanes para organizar dos empresas destinadas a la explotación del wolframio en Galicia. Los alemanes se dirigieron a dos zonas que estaban sin explotar; el núcleo minero de Casaio y la comarca de Carballo. Para este último objetivo, y sobre todo para la explotación de las de Monte Neme, habían constituído en Vigo una empresa denominada "Estudios y Explotaciones mineras Santa Tecla". Los alemanes llegan así a la región minera de Carballo (A Coruña) y en Ciudad de los Alemanes en Carballeda de Valdeorras, ya antes del final de la Guerra Civil. Y poco después se experimentó una importante demanda en las cuencas mineras de Tornavacas (Cáceres), el Bierzo leonés y la Cabrera, y menos intensidad en Asturias, Zamora y Salamanca.
Concretamente en el Concello de la explotación minera de Casaio, la extracción de wolframio comenzó con capital belga (1913-1928). Posteriormente, pasó a manos de los alemanes, que las trabajaron en dos periodos (1937-1945, coincidiendo con la II Guerra Mundial) y 1954 durante la Guerra de Corea. Antes de cerrar sus puertas en 1963, el yacimiento fue trabajado por los empresarios de la zona.
El wolframio español tenía para los alemanes una importancia decisiva. Era prácticamente su única fuente de suministro, algo que los americanos e ingleses conocían. Galicia se llena así de agentes alemanes dispuestos a conseguir el material a cualquier precio y de agentes aliados dispuestos a evitarlo. Las minas de la comarca de Carballo pasan así a tener una importancia estratégica desconocida hasta aquella época.
Entre 1937 hasta el 1945, alrededor de 20.000 personas trabajaron oficialmente en las minas, y probablemente muchas más lo hicieron de manera clandestina, buscando el material en áreas sin explorar o durante las madrugadas en unas minas custodiadas por la Guardia Civil y el Ejército español. Mientras el salario de un operario de la época rondaba las 19 pesetas, cualquier persona podía ganar 200 por vender un kilo de tungsteno. También el coto minero sirvió de campo de concentración para militares republicanos en libertad vigilada, que redimieron sus condenas mediante trabajo.
Los EE.UU. se implicaron en este comercio, provocando un encarecimiento del mineral, hasta el punto de que la tonelada que valía 1.300 dólares en enero de 1941, en el mes de octubre del mismo año ya se cotizaba a 20.000 dólares.
Aquel panorama todavía resultaría mucho más beneficioso para España a partir del año 1942, cuando los británicos propusieron a los EE.UU. un programa de adquisiciones prioritarias –COMITÉ DEL WOLFRAMIO – en comprar aquellos productos estratégicos que, como el wolframio, era preciso impedir que llegase a las manos de los nazis para retirarlos del mercado. Sin embargo, el programa falló por la espectacular crecida de la producción generada como consecuencia de la mayor demanda de mineral mundial. Antes de la guerra, existían solo seis empresas destinadas a la extracción del wolframio, a final de la guerra había más de 100 empresas instaladas con el fin de extraer el metal tan preciado. Y es que aumentaron los precios de forma vertiginosa; de las 7.500 pesetas hasta las 235.000 pesetas la tonelada. Supuso un enriquecimiento para los propietarios de las minas y para la Hacienda Pública de tal manera que España casí saldó esa deuda acordada, y recuperar las reservas de oro que habían desaparecido durante la contienda civil.
En noviembre de 1943, tras haberse fijado en la Conferencia de Teherán la primera fecha del desembarco de Normandía, la Administración norteamericana, como medida de presion a Franco cortó el aprovisionamiento de petróleo mientras no suspendiese sus ventas de wolframio a la Alemania nazi, al menos en los seis meses siguientes, que se estimó suficiente como para que se viese afectada la industria de guerra alemana.
El ministro de Asuntos Exteriores español, conde de Jordana, logró con el apoyo del embajador norteamericano Hayes, partidario de una actitud más flexible con el Gobierno español, que se abriesen negociaciones con el objeto de hallar una solución a esa radical medida norteamericana, entre enero y abril de 1944 se desarrollaron esas negociaciones que se conocieron como «la batalla del wolframio».
El Instituto Español de Moneda Extranjera (IEME) registró en los “libros de compra de oro en el extranjero”, entre los años 1942 y 1945, la adquisición de 5.661 lingotes de oro que equivalia a 67,4 toneladas, adquiridas en el BANCO NACIONAL SUIZO, BANCO DE INGLATERRA, BANCO ALEMÁN TRASATLÁNTICO, BANCO INTERNACIONAL DE PAGO y BANCO EXTERIOR DE ESPAÑA.
Por otro lado, se importó oro de contrabando a través del holding alemán SOFINDUS, lo que supuso en 1944 en torno a las 20 toneladas de oro a cambio de cientos de toneladas de wolframio exportadas clandestinamente.
El oro expoliado por los nazis de los países ocupados y de los prisioneros judios entre otros destinados en los campos de concentración, era enviado a Suiza y cambiado por francos suizos, con lo que pagaban el wolframio a España. Y el gobierno Español utilizaba ese dinero para adquirir el oro nazi en el país helvético, ya refundido y convertido en lingotes. El oro partía de Suiza en tren hasta el paso fronterizo entre Francia y España de Canfranc y de allí era trasladado por carretera al edificio del BANCO DE ESPAÑA, en Madrid.
El fenómeno de la extracción del wolframio incidió tambien sobre ciertos emporios empresariales que hoy se mantienen en Galicia, como el del Banco Pastor, que a comienzos de la década de los 40 una de sus primeras medidas relevantes consistió en la compra de las minas estratégicas de Sanfíns, en Lousame, a través de las Industrias Gallegas en 1941.
Un año más tarde empezaba la fiebre minera y con ella el enriquecimiento acelerado del Pastor, lo que proporcionó la solvencia suficiente al banco para crear en 1943 la eléctrica Unión Fenosa y un poco más tarde introducirse en Astano. El régimen protegía la extracción y comercialización de su tungsteno al considerarlo “mineral de interés para la defensa nacional”, y progresivamente Barrié se afianzó como uno de los empresarios de referencia en el Franquismo. .
Otro caso es el del empresario compostelano José Parga Moure había conseguido obtener antes de los años dorados la mayor parte de las minas de Varilongo en Santa Comba, otro de los núcleos centrales de la extracción del mineral, que llegó a tener empleadas a cerca de 4.000 personas. Su fortuna emergió en consecuencia de estos lucros y se convirtió en un socio capitalista determinante de Manuel García Cambón, a quien respaldó financieramente cuando este se dispuso a crear en 1946 la hoy multinacional maderera Finsa.
Jacinto Amigo Leira junto al médico Pedro Abelenda, habían planificado la explotación de las importantes minas de Monte Neme y conseguido el apoyo del influyente Amigo Leira, juez local. Optaron por ceder en concesión la explotación a la sociedad nazi Sofindus y se limitaron a contabilizar los réditos que llenaron sus arcas. Jacinto Amigo –conocido como el Tío Chinto– poco tardaría en ser alcalde de Carballo y en conseguir relaciones con altas autoridades militares, judiciales, empresariales y diplomáticas. Fue el señor de Carballo, el que repartía favores, procuraba apoyos del régimen para sus finalidades y realizaba labores como filántropo en su área de influencia. En diez años, la localidad de la comarca de Bergantiños pasaba de tener 1.500 habitantes a 3.000 gracias a la incidencia de la explotación minera sobre su economía.
Tras el fin de la guerra mundial, España obtuvo permiso para negociar en los mercados internacionales, y EE.UU. a través del CHASE NATIONAL BANK concedió un préstamo al IEME de 30 millones de dolares, condicionado al traslado del oro como garantía para el pago, por lo que aquellos lingotes viajaron a la Reserva Federal de Nueva York, entre 1957 y 1958. Ante la total imposibilidad de afrontar las deudas contraidas EE.UU. se quedó el oro por lo que a 1 de enero de 1959 las reservas de oro del gobierno español volvió a estar como antes de la Segunda Guerra Mundial, con sus reservas de oro bajo mínimos.
- En noviembre de 2012, el Instituto Superior de Ciencias Empresariales y de Turismo de Portugal (ISCET), con sede en Porto, presentó una iniciativa para fomentar el turismo entorno a la mineria del wolframio. Las minas de wolframio desarrollaron historias comunes a ambos lados de la frontera luso-española y también se abrieron en Francia, República Checa y otros países donde Ferreira y su equipo han comenzado a buscar información y socios.
Empezaron el proyecto hace un año y les restan dos para seguir localizando puntos de referencia, pero ya cuentan con las minas portuguesas de Río de Frades en Aveiro y otras 10 lusas, las gallegas de Monte Neme en Carballo y la Ciudad de los Alemanes en Carballeda de Valdeorras y otras dos en Francia, además de diez asociaciones y comunidades locales que estarán en la elaboración del proyecto y su posterior puesta en marcha.
Los turistas tendrán la oportunidad de bajar a ellas. Las minas no está sólo en que son patrimonio industrial recuperable, sino la memoria histórica de una época en la que el wolframio supuso la apertura de minas que dieron una actividad insusitada a su entorno, y en la que el metal se extraía con el trabajo, en muchos casos, de republicanos con penas de prisión y trabajos forzados.