LA RED PONZÁN.
Ponzán Vidal, Francisco.
(30-III-1911 Oviedo- 17-VIII-1944 Buzet-sur-Tarn (Francia))
Francisco Ponzán Vidal nació en la ciudad de Oviedo el 30 de marzo de 1911, y emigró junto a su familia hacia Huesca. Entre la biblioteca del padre de Ponzán y las charlas y debates que mantenía con su maestro, la idea libertaria fue prendiendo y extendiéndose a toda velocidad por su cabeza, ya no la abandonaría nunca. Por un lado empezó a militar en el Ateneo Cultural Libertario y por otro a estudiar la carrera de maestro, que acabaría a la pronta edad de 18 años. Enviado como profesor al pequeño pueblo de Ipas, cercano a Jaca, sufrió sus primeras detenciones debido a la insurrección que protagonizaron los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández el 12 de diciembre de 1930, en la capital jacetana, costándoles a ambos un juicio sumarísimo y su posterior ejecución.
A partir de entonces fueron más frecuentes sus visitas a las cárceles aragonesas, ya fueran por huelgas como la de Sabiñáñigo en 1932 o el movimiento revolucionario de diciembre de 1933. El alzamiento franquista le pilló en Huesca, estando de vacaciones, de la cual tuvo que huir pues la dominaban los fascistas.
Tres meses más tarde ocupaba el cargo de consejero de Transportes y Comunicaciones en el Consejo Regional de Defensa de Aragón.
Con la formación del Consejo de Aragón y su posterior asentamiento en Caspe, su nueva tarea se desarrolló en el Subsecretariado de Información y Propaganda, departamento que dirigía su íntimo amigo Evaristo Viñuales.
Según avanzaba la guerra los problemas dentro del campo republicano iban en aumento, el PCE y toda la ayuda que le iba llegando de Rusia iban ganando terreno a la revolución. Finalmente, una vez llegado el mayo de 1937, la situación estalla en las calles de Barcelona, dejando bien claros los diferentes bandos. Por una lado la CNT y el POUM, apoyando la revolución y las milicias, por el otro, el PCE, la Generalitat y el gobierno central, tratando de quitar el poder a las organizaciones obreras y al Comité de Milicias, con su apoyo a la militarización y por la vuelta de un gobierno republicano bajo la batuta de Stalin. Las diferencias se iban a dirimir a tiro limpio en la ciudad condal, y entre los anarquistas, allí encontramos a Francisco Ponzán, quien después de participar en los enfrentamientos, fue finalmente detenido por los comunistas. Cuando lo llevaban al piquete, fue rescatado en el último momento por un grupo de compañeros. Las altas esferas libertarias hicieron un llamamiento para calmar a la militancia y aconsejando el final del enfrentamiento. Se acababa de perder lo que quedaba de revolución, la guerra ya se vería…
Posteriormente, tras la derrota revolucionaria en Cataluña, los comunistas atacaron el Consejo de Aragón, cosa que consiguieron el 11 de agosto con su disolución, mientras, Ponzán conseguía ponerse a salvo refugiándose en la 127 Brigada Mixta, integrándose en el grupo Libertador, grupo guerrillero que solía actuar tras las líneas enemigas y en el que se encontraban varios de sus amigos. Ese mismo mes el grupo pasó a actuar dentro del SIEP, Servicio de Información Especial Periférica, dependientes de los servicios de información del Xº Cuerpo de Ejército, siendo Francisco nombrado teniente y responsable del grupo ante el estado mayor.
Tras la debacle republicana, Ponzán y sus hombres cruzaron la frontera el 10 de febrero por Bourg-Madame, y al contrario que otros muchos militares, en vez de entregar sus armas, lo que hicieron fue envolverlas cuidadosamente y enterrarlas en unos bidones de leche junto a la muga. No tardarían mucho en volver a por ellas.
Francisco, los miembros del grupo Libertador, Joan Catalá y algunos otros que se habían unido, fueron internados en el campo de Vernet de Ariege, lugar en el que las autoridades francesas concentraron a un buen montón de anarquistas, entre ellos los restos de la 26 División, antigua Columna Durruti, parte de las brigadas internacionales y algunos comunistas, campo este de especial dureza, severidad y seguridad. Pronto logró salir del campo, primero temporalmente, para abandonarlo definitivamente en septiembre, instalándose en Varilhes, y se puso a trabajar, tanto de cara a España, para colaborar con la red creada por Pallarols, para evadir mediante papeles falsos gente de en graves problemas dentro de los campos de prisioneros franquistas como Los Almendros o Albatera, como dentro del propio campo, reorganizando la CNT y consiguiendo permisos y trabajos para los compañeros más importantes o necesitados. Al mismo tiempo, se enviaban grupos de acción a Barcelona, tanto para obtención de fondos, como para realizar atentados personales, y sobre todo, para mantener viva la llama y seguir en el combate contra el franquismo.
A principios de 1940, Ponzán tuvo los primeros contactos con el servicio secreto inglés, más concretamente con un agente llamado Marshall, el I.S. (Intelligence Service) ponía dinero, cobertura, además de papeles falsos y Ponzán y su grupo pasaban información sobre los franquistas, los nazis en España, o documentos y material por la frontera, además de redactar y difundir profusamente una octavilla llamando a la no intervención española en la 2ª Guerra Mundial por varias de las ciudades más importantes de la península.
Con la invasión alemana de Francia a mediados de 1940, la colaboración creció, lo que provocó la ruptura de Ponzán con la cúpula del Movimiento Libertario en el Exilio. Por un lado se marcharon los ingleses, pero aparecieron los servicios belgas y los franceses. Aquí es cuando se empiezan a profesionalizar las redes de evasión, colaborando el grupo Ponzán, tanto con la red belga Sabot, como con la Pat O´Leary, creada por los británicos pero bajo cobertura francesa. Estas redes se dedicaron a pasar información, material, y sobre todo, personas en apuros, de un lado a otro de la frontera, la dirección normal fue la norte-sur, llevando judíos, pilotos derribados, miembros de la resistencia, o simplemente franceses que se querían unir a las tropas de la Francia libre que se estaban preparando en el norte de África.
Desde la invasión alemana, a mediados de 1940, hasta la expulsión de los mismos, la red consiguió pasar entre 2000 y 2500 personas, sobre todo con el equipo de guías de tierra, entre ellos, los hermanos Eusebio y Pascual López Laguarta, Vicente Moriones, Agustín Remiro, Juan Catalá, José Albalat, Rafael Melendo o Ricardo Rebola. Cuando la afluencia de candidatos a pasar la muga fue demasiado grande, la red amplió sus pasos y creo la antena marítima. Para ello contaron con la ayuda de Manuel Huet, Juan Zafón, Lucía Rueda o Segunda Montero, que ya se dedicaban a ello antes de contactar con Paco Ponzán, sobre todo desde Sete, pero también desde Perpiñán y otros puntos costeros, la antena pasó cerca de 800 personas, la mayoría en barcos fruteros cuando volvían a España de vacío, o algunas veces en buques de la armada británica. Para entonces, siempre bajo la cobertura de Robert Terres “el Padre”, encargado del contraespionaje francés en Perpiñán y su zona, la red disponía de su propia imprenta para la falsificación de todo tipo de papeles, en la ciudad de Lyón, bajo la batuta de Biñals, de un laboratorio fotográfico en Carcasonne, dirigido por el fotógrafo Agustín Centelles, el sastre judío Ulmann podía confeccionar cualquier tipo de uniforme en 48 horas, la red de puntos de apoyo se extendía desde Normandía hasta Marsella.
No todo fue bien, la mayor parte de los guías fueron detenidos, aunque alguno como Catalá, se fugó en varias ocasiones -tres veces se fugó de cárceles españolas, y una del juzgado de guardia de Barcelona-, otros fueron asesinados como Remiro, muchos puntos de apoyo fueron descubiertos, y las personas que los habitaban acabaron, unas en los campos de la muerte alemanes, otras en prisiones francesas y otras en la tumba, si la detención se producía en Francia por policías franceses, como le pasó a Ponzán y a parte de los guías, normalmente “el Padre” movía sus hilos y salían en libertad, él mismo fue detenido por la Gestapo. El laboratorio de Centelles desmontado, Huet y Segunda Montero, ya quemados, tuvieron que pasar a Austria con papeles falsos a trabajar. Ponzán resultó detenido de nuevo, el 28 de abril de 1943, por suerte eran los franceses, pero esta vez algo se torció, Ponzán no salía de la cárcel, seguía en manos francesas pero la Gestapo se iba acercando peligrosamente, y con el paso del tiempo, lo encontró. Finalmente, pocos días antes de la liberación de Toulouse, concretamente el 17 de agosto de 1944, salían en camiones unos 50 prisioneros de la cárcel de Saint Michel de dicha ciudad, custodiados por soldados alemanes y miembros de la Gestapo. A unos 25 km, en un bosque junto a la localidad de Buzet-sur-Tarn, se detuvo la caravana, se oyeron ráfagas de ametralladora y después se respiró un fuerte olor primero a gasolina y después a carne quemada. Allí quedó Francisco Ponzán, “Vidal” en la resistencia, el hombre que se dedicaba a salvar gente, y que no pudo ser rescatado.
Fuentes: La red de evasión del grupo Ponzán (Antonio Téllez), Lucha y muerte por la libertad. 1936-1945) (Pilar Ponzán), Double jeu pour la France (Robert Terres) y Los senderos de la libertad (Eduard Pons Prades).